domingo, 25 de noviembre de 2012

El fascismo (parte I). Sus nutrientes ideológicos



Emmanuel P. González Espinal

“Una mentira repetida en forma permanente, terminan creyéndola como una verdad”
Joseph Goebbels (1897—1945).
Joseph Goebbels fue Jefe de Propaganda del Partido Nacionalista alemán, también conocido como Partido Nazi. El término nazi es la apócope de nacionalismo en el idioma alemán.

Examinando con dedicación mis recortes de prensa de una manera retrospectiva, pude evidenciar que a partir del mismo instante en que Henrique Capriles Radonsky fuera escogido por sus seguidores como aspirante a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, de inmediato se desempolvó un tema de nuestra historia universal: El “fascismo”.

Por eso y otras razones la palabra “fascismo” cual ave fénix vuelve a levantarse de sus cenizas para llamar la atención de selectos lectores y telespectadores al ocupar últimamente, sitios preferenciales en la prensa nacional.

Los periodistas y políticos que han hurgado de nuevo ese tema, destacan únicamente el aspecto antidemocrático y represivo que identificó a esa forma de gobierno. Pero hay otro lado del fascismo como son sus nutrientes ideológicos, sus objetivos y el posible contenido filosófico de su doctrina política que también es interesante recordar y conocer. En especial las nuevas generaciones. Veamos entonces qué es el “fascismo”.

El fascismo fue el nombre de un movimiento político y social (1922—1945) que se instauró en varios países de Europa, fundamentalmente en Italia y Alemania, cuyos regímenes no obedecieron a un sistema ideológico, ya que sus creadores jamás elaboraron un estudio filosófico coherente, sistemático y menos científico de su doctrina política. No tuvieron pues, teóricos de la talla de un Carlos Marx y Federico Engel, padres de la filosofía marxista y del socialismo científico.

Sin duda alguna que los principales protagonistas del fascismo, Benito Mussolini y Adolfo Hitler, acudieron a esclarecidos hombres del pensamiento universal como Hegel, ·Nietzche, Pereto, el conde francés Arthur de Gobineau y otros, para fortalecerse ideológicamente. Tomaron de ellos lo más reaccionario de sus concepciones filosóficas: - El culto de la fuerza y de la bestia rubia – pero sin seguir fielmente sus teorías histórica—racista. Ni siquiera a los autores lo menciona el Duce (Mussolini) en sus escritos y discursos. Tampoco en el libro de Hitler “Mein Kampf (Mi Lucha) considerado por los nazis como su biblia, donde el Führer expresó su ideología política, citan a los filósofos y pensadores antes mencionados De allí que muchos investigadores sociales sostengan que el fascismo nació sin ideología.
Las conclusiones del libro de Gobineau “La desigualdad de la raza humana” donde señala –que sólo la raza blanca, la de los arios cuya sangre es la más pura, es capaz de desarrollar fuerzas creadoras y su destino es la de dominar el mundo… - fue determinante en el pensamiento nazista.

La teoría de Gobineau se trasladó a nuestro continente y la aceptaron en forma mecánica y rastrera como una verdad inconcusa la mayoría de los sociólogos venezolanos y de América de finales del siglo XIX y comienzo del XX. Los positivistas como el argentino José Ingeniero y los nacionales como don Laureano Vallenilla Lanz (padre), Pedro Manuel Arcaya y otros, quienes con sus posiciones escépticas y fieles al determinismo geográfico, le negaron por ser mestizo y vivir en zonas cálidas, las posibilidades creadoras de nuestro pueblo. Hasta algunos intelectuales de la llamada generación de “El Cojo Ilustrado! fueron tocados por el arianismo nazi.

Por no obedecer a una doctrina coherente y sistemática, el fascismo se presentó con finalidades diferentes en los países donde formaron gobierno. Para el fascismo italiano su objetivo fue el de restaurar la gloria de la Roma Imperial acabando con la Italia “irredenta”. Hasta resucitaron el saludo utilizado en el antiguo imperio con el brazo extendido. En cambio la Alemania nazi se apoyó en la teoría racista (la eugenesia) y en la conquista del espacio vital (la geopolítica). En la España franquista el fascismo se presentó encubierto con un manto religioso y tradicional: -Caudillo por la gracia de Dios –




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